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sábado, 15 de junio de 2013

Paradigmas De La Arquitectura Sustentable




“… En mi opinión, la sustentabilidad más que un compromiso, se ha convertido en una moda de la cual se habla mucho pero se comprende poco.” (Ruíz Martínez, Rafael. 2013)



El paradigma ecológico en la industria de la construcción, siempre ha sido el punto clave entre los debates sobre el futuro de la arquitectura, aunque sobre este punto se ha trabajado poco, debido a que siguen considerando a la ecología como una "invitada inoportuna" al gran festín de la economía global. Los pocos que se han comprometido con ella, la ven como la única "buena" arquitectura, afirman que desde sus inicios la arquitectura ha sido sustentable y que se ha ido degradando al haber intereses de por medio.

Los del otro "bando", por así decirlo, califican de nostálgico todo intento de oponerse al imparable avance de la economía mundial.

Como ocurre con toda realidad compleja, caben muchas descripciones del actual panorama de la arquitectura y el urbanismo ecológicos, así como de sus antecedentes y líneas evolutivas, que pueden hacerse remontar a los orígenes más ancestrales. Entre la bibliografía más conocida anterior al actual boom editorial sobre el tema, un magnífico ejemplo de este último enfoque es el ya clásico Un hilo dorado (1980), de Ken Buti y John Perlin, una imprescindible historia de la arquitectura y la tecnología solares a lo largo de 2500 años. Igualmente fructífera y enormemente sugerente es la lectura que Luis Fernández-Galiano realiza en El fuego y la memoria (1991) del espacio arquitectónico desde el punto de vista térmico, en un recorrido que se inicia en el origen mítico de la arquitectura para finalizar en las figuras contrapuestas de Frank Lloyd Wright y Le Corbusier. Todas estas obras han contribuido cada una a su modo a establecer los necesarios vínculos de continuidad historiográfica y a sentar las bases para una relectura de la historia de la arquitectura desde el punto de vista ecológico.

Extremos en un debate

El establecimiento de estos dos “extremos” puede ayudar como referencia a la hora de orientarse entre las demás corrientes, y a situar dentro de unas coordenadas apropiadas las diversas agrupaciones y oposiciones que se detectan a nivel general.

El primero de estos extremos sería el representado por la corriente arquitectónica denominada eco-tech, cuyo éxito indudable se ha basado en la fusión ideológica entre el componente técnico de la arquitectura ecológica y las utopías tecnológicas y vanguardistas de los sesenta que dieron lugar al high-tech. Nadie mejor que Richard Rogers, autor del reciente best seller Cities for a small planet, publicado en 1997, para hacer de portavoz de esta corriente:

"El reto para los arquitectos es desarrollar edificios que incorporen tecnologías sostenibles, reduciendo así la contaminación y los costes de mantenimiento de los mismos. Tres cuartas partes de la energía que se usa cotidianamente en los edificios corresponde, más o menos en proporciones iguales, a la iluminación artificial, la calefacción y la refrigeración; pero las nuevas tecnologías y las nuevas prácticas están revolucionando todas estas funciones. Se están poniendo a punto innovaciones que reducirán drásticamente los costes a largo plazo y la contaminación gene- rada por los edificios".

El énfasis en la eficiencia energética y el avance tecnológico frente a la reducción en el consumo caracteriza esta corriente cuyos dos buques insignia son los dos rascacielos "ecológicos" realizados en Frankfurt y en Essen por Sir Norman Foster y el estudio alemán Ingenhoven, Overdiek und Partner, respectivamente.

Para defender el extremo opuesto del debate, no puede haber voz más contundente que la del arquitecto y catedrático de baurikologie Gunther Moewes, autor de Ni chozas ni palacios: arquitectura y ecología en la sociedad del trabajo, 1995 y Ciudad, trabajo y entropía, 1995. 

"La idea de que los edificios de bajo consumo energético son respetuosos con el medio ambiente y de que, a través de la construcción de más edificios de este tipo, cumpliremos las promesas hechas en la Cumbre de Río de reducir las emisiones de CO2 para el 2005 a un 25 por ciento de las existentes en 1990, es, naturalmente, una estupidez. Un nuevo edificio nunca ahorra energía, sino que genera nuevas necesidades energéticas, y la calificación de nuevo suelo para urbanizar es fundamentalmente antiecológica. Básicamente, sólo existen tres procesos que pueden conducir razonablemente a reducir las necesidades energéticas o la carga sobre el medio ambiente: la rehabilitación de edificios existentes; la sustitución de antiguos edificios ecológicamente despilfarradores por nuevas formas de bajo consumo y el cierre de intersticios entre edificios."

Este enfoque aboga por la regeneración ecológica de lo construido y por la evolución consciente desde una sociedad basada en el trabajo, el consumo y la obsolescencia programada a otra basada en la satisfacción de las necesidades reales, el aprovechamiento igualitario de los recursos planetarios y la durabilidad de las producciones. Siendo su centro gravitatorio fundamental la crítica a la noción de crecimiento.

Lógicamente amenazador para una serie de profesiones y agentes sociales, empezando por el arquitecto, cuya razón de ser última está, y en construir cuanto más mejor. Lo que  sugiere una profunda transformación de las formas de entender la intervención sobre el territorio. Esto lo hace poco digerible desde el punto de vista institucional, aunque la solidez y contundencia de los datos sobre los que se fundamenta no permiten obviar fácilmente sus argumentos.

Entre los dos “extremos”

Así formuladas, estas dos posturas son indudablemente la más clara representación de la divergencia en el ámbito de las soluciones y las propuestas.

Quienes podrían representar de la forma más adecuada este enfoque podrían ser los británicos Brenda y Robert Vale, auténticos pioneros en el ámbito de la arquitectura ecológica, quienes. en su famoso libro The Autonomous House (1975), condensaron todas las experiencias sobre reciclaje y autosuficiencia energética en edificación llevados a cabo en los diez años anteriores, sobre todo en Estados Unidos e Inglaterra. Escrito poco menos de dos lustros después, en 1991, su libro Green Architecture. Design for a sustainable future constituye un nuevo esfuerzo recopilatorio que expresa la concepción de la arquitectura verde como un núcleo de ideas sólido en torno al cual pueden gravitar armónicamente todas las tendencias. Este esfuerzo de síntesis y de recapitulación, representado en el libro a través de un conjunto de proyectos considerados ejemplares, se plasma en seis principios generales hacia cuyo cumplimiento deberá tender toda propuesta arquitectónica para ser realmente verde:

1.Ahorro energético a lo largo de todo el proceso desde la obtención de los materiales hasta la demolición.
2.Adecuación al clima.

3. Ahorro de recursos a lo largo de todo el proceso.
4. Respeto a los usuarios.

5. Respeto por el lugar.

6. Integración de todos los principios dentro de un enfoque holístico.

Este enfoque sitúa deliberadamente en un lugar secundario los debates ideológicos, exponiendo estos principios casi como soluciones técnicas razonables que pueden ser añadidas sin más a la paleta de recursos del arquitecto.

Lo cierto es que dentro de sus seis principios podrían englobarse sin estridencias una serie de corrientes dispares que, en función de algunas de sus características u orígenes, se aproximarían igualmente a uno u otro de los dos polos extremos: el light-tech de Renzo Piano, Michael Hopkins o Glenn Murcutt, que une sutilmente la herencia tecno-climática con la vernácula y la culturalista; el bioclimatismo urbano socializante de Margrit Kennedy, Joachim Eble o Eckhart Hahn, más cercano a las prácticas de rehabilitación ecológica; la arquitectura neo-antropo- sófica y neoexpresionista organicista de Ton Alberts, Erik Asmussen, Imre Makovetz o Inken Baller: las diversas recuperaciones neo-vernáculas; y, en fin, la obra de verdaderos pioneros de la arquitectura ecológica como Kroll o Erskine.

Conclusión: El recuento de los daños

La aplicación generalizada del paradigma sostenible requerirá en unos casos introducir rupturas y quiebros, y en otros restablecer las continuidades, favorecer unos procesos en contra de otros según las situaciones, saber reconvertir los problemas en oportunidades, apostar en unas ocasiones por la globalidad y en otras por la particularidad, pero en cualquier caso, para ser realmente sostenible, no podrá ser nunca una tarea ajena a la voluntad de todos y cada uno de los habitantes del planeta y será imprescindible llevarla a cabo contando con lo realmente existente, considerando lo construido como una segunda naturaleza con sus leyes y procesos autoalimentados. Entender estas leyes, en las que somos a la vez sujeto y objeto. debe ser un objetivo asumido socialmente.

Referencias:


Daniels. Klaus: The Technology of Ecological Building, Boston, 1997.    
Fernández-Galiano, Luis: El fuego r la memoria, Alianza Editorial, Madrid. 1991.
Luxán García de Diego. Margarita de: "Arquitectura bioclimútica: una opción abierta y positiva", Madrid, 1994.

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